El Señor de los Anillos
‘This tale grew in the telling, until it became a history of the Great War of the Ring and included many glimpses of the yet more ancient history that preceded it.’
Foreword to The Lord of the Rings (1966)
Los que no lo han leído lo conocen de oídas, como objeto de afición por parte de sus lectores, como «un libro que es imprescindible leer», e incluso a veces como «el libro del siglo XX». En cualquier caso, como una novela interpretada de mil maneras, a veces contradictorias, a veces polémicas: elogio de la libertad y de la naturaleza para unos, hasta convertirse en objeto de culto de estudiantes americanos en los sesenta; nostalgia de una edad media idealizada, para otros; o reflejo del siglo pasado, y para algunos (menos informados de las intenciones de Tolkien), espejo de la Segunda Guerra Mundial.
Víctima de simplificaciones acerca de la visión del mundo que propone – de la relación entre la guerra y el heroísmo, del papel desempeñado por las mujeres en la trama y de la relación entre los pueblos –, este curioso romance que es El Señor de los Anillos, aquel libro-mundo de mil páginas, es objeto de numerosas lecturas e interpretaciones. Por lo tanto, puede resultar interesante ir más allá del aura «mítica» de este autor «culto» (dos términos que, sin duda, le hubieran disgustado) para volver al texto, para evocar el nacimiento paradójico de este libro.
¿Saben todos los lectores que El Señor de los Anillos fue, en su origen, un encargo de su editor, que deseaba «más historias de Hobbits»?, ¿que sólo debía tratarse de crear una nueva y breve aventura de Bilbo?, ¿que Trancos era al principio un hobbit más, llamado Trotón?, ¿o que la novela estuvo a punto de empezar con una discusión entre Gandalf y Bingo en Bolsón Cerrado?
The first map of The Lord of the Rings
Una publicación muy esperada
Encantada por el inesperado éxito de El Hobbit en 1937, pero negándose a publicar «El Silmarillion», la editorial Allen & Unwin pide una «continuación» a J.R.R. Tolkien, el cual comienza la redacción de la misma en diciembre del mismo año.
Ante todo, a J.R.R. Tolkien le fue difícil encontrar un hilo conductor para escribir esta «nueva historia sobre Hobbits». Así como confesó a su editor, «al no haber tenido nunca intención de escribir continuación alguna», teme «haber prodigado todos [sus] «motivos» y personajes favoritos en el «Hobbit» original.»: «es difícil encontrar nada nuevo en ese mundo». Al cabo de unos meses, y tras haber redactado varios comienzos – entre los cuales se encuentra la escena de la discusión entre Gandalf y «Bingo Bolger-Baggins», que originara el capítulo titulado «La Sombra del Pasado» –, Tolkien renuncia a anticipar el hilo de la trama. Dejar que la historia tome «un giro no premeditado» le lleva a abandonar el universo de la Comarca, aquel mundo poblado por Hobbits, los cuales divertían tanto al autor que se «[podía] quedar contemplándolos comer o hacer sus bromas tontas indefinitamante », para adentrarse en un relato más complejo y épico, e incluso más sombrío. De ahí surge un título: El Señor del Anillo…
¿Se ha de inventar un ataque de un dragón en la Comarca? ¿Llevar al héroe de viaje a una isla? ¿Integrar a Tom Bombadil y al Viejo Hombre Sauce (los cuales ya habían sido creados) en esta historia? ¿Recurrir al anillo de Bilbo, vinculándolo con el Nigromante apenas esbozado en El Hobbit, para reavivar la aventura? Por un tiempo, Tolkien proyectó hacer que Bilbo volviese a marcharse, casarlo con Primula Brandybuck (Brandigamo) , antes de la aparición de un hijo llamado Bingo, el cual se convierte en el sobrino de Bilbo (o mejor dicho, en su primo) ¡y en su hijo adoptivo! En lo que se refiere al nombre de Frodo, pasa de un personaje a otro. Las dos páginas tituladas «Dudas y Cambios», publicadas por Christopher Tolkien en el volumen 6 de La Historia de la Tierra Media (El Retorno de la Sombra), muestran los numerosos interrogantes que surgieron a lo largo del proceso de redacción: ¿Cuántos Hobbits? ¿Deben asistir algunos hombres a la fiesta de la Comarca? ¿Y cómo llamar al héroe? ¿Qué hacer con el personaje de Trotón? Es en estas notas donde surge de golpe Sam…
Al cabo de un año, J.R.R. Tolkien superó el duodécimo capítulo y planeó llegar a un manuscrito de 500 páginas. Pero su redacción sólo la podía realizar en tiempos «robados» a tareas académicas que aumentaron durante los años de guerra. Estos años no sólo fueron perturbados por la sobrecarga de trabajo, sino también por los recurrentes problemas de salud de J.R.R. Tolkien y de su esposa Edith; por preocupaciones monetarias y por el conflicto mundial, el cual le afecta profundamente e implica su participación en la defensa de Oxford. Redactar un manuscrito tan largo resulta difícil, debido a la escasez y mala calidad del papel en tiempos de guerra: ¡a menudo, el autor se ve obligado a escribir capítulos enteros en el reverso de temas de examen!
Cinco años más tarde, en 1942, el autor alcanza apenas el capitulo XXXI (es decir, aproximadamente la mitad del libro en su versión final), y lucha por mantener el ritmo y la coherencia de un relato que ya no tiene nada que ver con sus primeros borradores. Para ello, realiza apéndices, en los que incorpora todo el material que podría ralentizar el relato principal, pero el cual era, bajo su punto de vista, fundamental: archivos históricos, alfabetos y lenguas, árboles genealógicos…
Por lo general, para esbozar un capítulo, arrojaba unas cuantas ideas sobre el papel, así como formulaciones específicas, y luego las desarrollaba antes de hacer una copia a limpio, escribiéndolas a máquina. Pero aun así la tarea no se había acabado, ya que en algunas páginas mecanografiadas, ¡observamos unos cinco colores diferentes, los cuales indican todas las fases de corrección! Entre las dificultades encontradas, J.R.R. Tolkien se preocupa por respetar la coherencia cronológica entre los movimientos de los personajes esparcidos en la Tierra Media, entre Gondor, Rohan, Mordor… así como por armonizar la historia con los mapas que volvió a dibujar a lo largo de los años: se cuentan, por ejemplo, unos seis solamente para la Comarca. (Ver los Mapas.)
En aquel periodo, Tolkien publica algunos textos breves: Hoja de Niggle y The Lay of Aotrou and Itroun en 1945, así como Egidio, el granjero de Ham (1949). La génesis de El Señor de los Anillos termina al cabo de diecisiete años, al precio de «inmensos sufrimientos», según las palabras de Christopher Tolkien: habrá que esperar hasta 1954 para que se publique la primera parte, titulada The Fellowship of the Ring, seguida por The Two Towers y The Return of the King en 1955. Esta obra de seis Libros es, de hecho, tan voluminosa que, por razones prácticas, la «trilogía» (la cual, en consecuencia, no lo es en realidad) se publica en tres volúmenes. El elevado precio del papel en aquel periodo de posguerra y los costes de fabricación obligan a renunciar al facsímil de las páginas « quemadas » del Libro de Mazarbul realizadas por el autor, para conservar exclusivamente los mapas y los Apéndices.
Aun así, el editor estaba dispuesto a perder cientos de libras esterlinas para publicar esta obra, que calificaba de «genial».
Final page from the Book of Mazarbul
Una «continuación» de El Hobbit atraída por el universo del «Silmarillion»
Llegó entonces el final de una larga gestación, acompañada por los familiares de Tolkien, quienes leyeron El Señor de los Anillos por fragmentos: primero su hijo Christopher – que leyó una gran parte del mismo bajo la forma de folletín mientras se entrenaba como piloto de combate durante la segunda guerra mundial – y sus amigos los Inklings, de los cuales figuraba en primera fila C.S. Lewis. Dirigido a sus allegados, destinado a «conmover» o «encantar» a los antiguos lectores de El Hobbit (ahora adultos), El Señor de los Anillos es también un libro escrito en memoria de compañeros desaparecidos durante la Primera Guerra mundial, en particular de sus dos amigos íntimos, Robert Gilson y Geoffrey Smith.
Por tanto, esta novela escrita a petición de su editor, Stanley Unwin, es, además, una obra muy personal, lo que se nota en la forma en que, incitado a mejorar el mundo de El Hobbit, el propio Tolkien es «atraído» por el «Silmarillion», que lleva gestándose veinte años cuando inicia la escritura de El Señor de los Anillos.
Cabe destacar una paradoja: en 1937, prefiriendo prolongar el éxito de El Hobbit, las ediciones Allen & Unwin rechazan la propuesta de J.R.R. Tolkien respecto a la publicación de «El Silmarillion». Sin embargo, esta «secuela», este «nuevo Hobbit» que sería El Señor de los Anillos, se distanció de este encargo, para volver a conectarse con «la mitología y las leyendas de los Días Antiguos » del «Silmarillion».
Décadas más tarde, Christopher Tolkien publicará estas versiones rechazadas – la Balada de Leithian y el Quenta Silmarillion – en Las Baladas de Beleriand y La Formación de la Tierra Media, dos de los volúmenes de La Historia de la Tierra Media. Esta serie de doce libros permite seguir paso a paso el nacimiento de El Señor de los Anillos, a lo largo de cuatro volúmenes (The Return of the Shadow, The Treason of Isengard, The War of the Ring y Sauron Defeated): así bien, revelan incluso cómo el autor se basó en las lenguas que inventaba en su juventud, y más particularmente, en las élficas.
Como explicara J.R.R. Tolkien en 1966, algunos personajes, objetos y lugares a los que El Hobbit no otorgaba más que un papel limitado (el Nigromante, Elrond…), o algunos de los que esta novela sólo reveló un aspecto (Gandalf, El Anillo…), asumen otra dimensión en El Señor de los Anillos: así bien, Elrond, el Medio Elfo de El Hobbit, adquiere una genealogía prestigiosa al convertirse en el hijo de Eärendel, y en el biznieto de Beren y Lúthien!
La conexión con la «mitología» anterior se observa incluso en los anteriores esfuerzos de Tolkien para que El Señor de los Anillos y «El Silmarillion» se publicaran juntos, hasta llegar al punto de emprender trámites con otro editor, y de experimentar una nueva decepción para aceptar, al fin, la publicación de manera independiente de El Señor de los Anillos por Allen & Unwin, el cual no desarrolla más que un episodio de la Historia del mundo inventado por Tolkien, con su geografía, sus lenguas y sus pueblos. En la mente de J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos debía ser publicado junto a El Silmarillion: le corresponde entonces al lector recrear este ciclo al que el autor ansiaba dar forma, para conseguir una unidad perfecta asociando la creación del mundo y la historia de las primeras Edades de El Silmarillion a la amplia aventura épica de El Señor de los Anillos.
Según escribió J.R.R. Tolkien tras la publicación de esta gran novela, «les ofrecí las leyendas de los Días Antiguos, pero […] las rechazaron. Querían una continuación. Pero yo quería leyendas heroicas y acontecimientos elevados. El resultado fue El Señor de los Anillos.»